Soy el poeta, portador de pozo seco al que tus
lejanías abastecen.
En la edad adulta vi cómo se elevaba y crecía
en el muro medianero entre la vida y la muerte
una escalera cada vez más desnuda, investida
de un poder de extracción único: el sueño.
A partir de un cierto avance sus peldaños
dejaban de sostener los barandales ahorrativos
del dormir. Después del desordenado reposo
de la profundidad inyectada cuyas caóticas
figuras sirvieron de campo a la inquisición de
hombres bien dotados, pero incapaces de
medir la universalidad del drama, he aquí que
la oscuridad se disipa y que, en forma de
áspero ascetismo alegórico, VIVIR se
convierte en la conquista de los poderes
extraordinarios por los que nos sentimos
profusamente atravesados, pero que sólo
expresamos de forma incompleta, faltos de
lealtad, de descernimiento cruel y de
perseverancia.
Compañeros patéticos a quienes apenas se oye
murmurar, id con la lámpara apagada y
devolved las joyas. Un misterio nuevo canta en
vuestros huesos. Desarrollad vuestra
singularidad legítima.
René Char (1907-1988)
POESÍA ESENCIAL
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